Paisajes de campo y de ciudad
Europa y América
Introducción
El panel que encontrará a continuación fue construido a partir de las descripciones de los espacios y de las imágenes de paisajes rurales y urbanos del Viejo y del Nuevo continente, que Soledad Acosta agregó a la novela Una holandesa en América en el álbum de recortes de prensa Varias novelas (ca. 1880). En él hallará una selección de imágenes que exponen paisajes que pueden llegar a ser o no ilusorios e idealizados o desesperanzadores y crueles; tal como son aquellos expuestos en la novela.
Estas imágenes, entonces, son constitutivas de la memoria y educadoras de la mirada. Proponen un ejercicio de lectura que busca contrastar los paisajes del campo y de la ciudad de América latina y de Europa. Estos van desde detalles simples en las descripciones e ilustraciones de los canales y los ríos; en los que claramente se distingue lo organizado y estructurado de los canales de Holanda y lo sumiso de las aguas en ellos, de las de ríos americanos en los que abundan las plantas y en los cuales la marea es incontrolable. Como en las amplias descripciones de las casonas europeas y las fincas americanas; en las primeras rige la paz y el orden y, en las segundas, dependiendo de quién las describa, la naturaleza y el caos o la naturaleza y la mezcla de tradiciones.
La novela da a conocer dos perspectivas del paisaje de campo y de ciudad. El contraste se da principalmente en la forma de representación y de lectura que le dan los personajes al paisaje americano desde una perspectiva europea; lo cual genera espacios de representación idílicos. Los paisajes se vuelven un método por el cual se promociona y se vende un ideal que procura superar el espacio que es conocido por los personajes y, a su vez, por los lectores de la novela.
En un principio, los paisajes americanos, tanto del campo como de la ciudad, se acompañan de un discurso esperanzador y progresista, que le promete a la protagonista una vida mejor en un paraíso tropical. Sin embargo, a medida que se desarrolla la historia se genera un cambio en esta percepción y se evidencia el contraste entre los paisajes organizados de Europa y los paisajes caóticos de América.
"- ¡Ah! - pensaba Lucía con angustia -, ¡cuán distinta es la ilusión de la realidad! ¡Nada he encontrado en América como lo esperaba!" (pág. 68)